miércoles, 14 de noviembre de 2007

Más sobre "Film"

La relación de Beckett con el cine y la radio

Beckett: el otro, el mismo

Por Alfredo Dillon

El nombre de Beckett se asocia inmediatamente con el teatro y la literatura. Premio Nobel en 1969, eje de seminarios y conferencias en todo el mundo, es sin duda uno de los escritores irlandeses (¿o franceses?) más universales. Llevó a los escenarios el clima cultural de una época: la desilusión de la posguerra, la nada gris de Hiroshima, un futuro sin promesas. Combatió el realismo literario y contó con los elogios de sus contemporáneos Jean-Paul Sartre y Theodor Adorno.
Pero aunque es conocido esencialmente como dramaturgo y novelista, Beckett también se interesó por los medios de comunicación. Escribió algunas obras para radio y televisión, y hasta dirigió un cortometraje, Film, protagonizado por Buster Keaton. Estos aspectos menos transitados de su producción no constituyen una ruptura con el resto de sus escritos; son fieles a la radical originalidad de su estilo.
Miguel Guerberof, director artístico de la sala Beckett (teatro ubicado en el Abasto, Buenos Aires), señala que el interés del autor por la cultura de masas se debe a que es "el último escritor moderno". "Beckett está en la bisagra entre modernidad y posmodernidad, como afirma Anthony Cronin en su libro The Last Modernist. Él tenía mucho que ver con la cultura de masas, se imaginaba Esperando a Godot con Oliver Hardy, Stan Laurel (más conocidos como ‘el Gordo y el Flaco') y Buster Keaton", cuenta Guerberof en diálogo con MYRIADES 1.

Las voces del silencio
Al Alvarez afirma en su libro Samuel Beckett que "la radio era un medio natural para un escritor que constantemente creaba personajes hechizados por voces". El trabajo del irlandés está dominado por la palabra hablada y el oído; Alvarez agrega que "su escrupulosidad con el lenguaje y su extraordinaria percepción auditiva le permiten combinar la elegancia con el tono coloquial".
Beckett se sumerge en el mundo de la radio en 1956. Ese mismo año terminó su pieza teatral Final de partida (obra en la que se inspiró Alejandra Pizarnik para escribir Los poseídos entre lilas). La primera obra que escribió para este medio fue All That Fall (Los que caen), transmitida por la bbc. Tal vez parezca obvio; pero cabe aclarar que los personajes hablaban en inglés. En realidad, esto supuso una decisión del autor, acostumbrado a escribir en francés. De hecho, Los que caen marcó su reencuentro con el inglés, idioma relegado desde 1945, cuando había escrito la novela Watt. Beckett vivió oscilando entre ambas lenguas; para él, el francés era el idioma de la lucidez, y el inglés, el de la poesía. Él mismo se encargó de traducir varias de sus obras de una lengua a otra. Jamás le interesó el nacionalismo y, por lo tanto, tampoco el gaélico. La lengua de Molière le sirvió en su búsqueda del "grado cero de la escritura", de una expresión lo más austera y despojada posible.
El otro idioma que manejaba a la perfección era el silencio: tanto en el cine, como en el teatro y la radio, único medio en que el silencio puede ser absoluto. Para la doctora en Letras Laura Cerrato, directora del Seminario Beckett de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, los silencios de la radio son "parecidos al vacío, porque no hay imagen que pueda venir a compensarlos. La tv o el cine difícilmente alcancen ese nivel de silencio, porque siempre hay una imagen, y la elección de esa imagen es ya un comentario del silencio".
De las creaciones radiofónicas de Beckett, probablemente Los que caen sea la más parecida a un radioteatro convencional. Presenta la historia de los encuentros de la señora Rooney con otros habitantes del pueblo de Boghill, mientras va desde su casa hasta la estación de tren, y luego de regreso a su hogar. Además de las voces humanas, los sonidos de la naturaleza desempeñan un rol fundamental. Pájaros, ovejas, vacas, viento, lluvia: se trata de una naturaleza intrusiva, que el espectador percibe del mismo modo que los percibiría la protagonista.
Esta experiencia llevó al establecimiento del Taller Radiofónico de la bbc, ya que los discos de efectos convencionales no le servían. De hecho, en All That Fall las voces de los animales se hicieron con imitadores humanos, y el resto de los sonidos fue procesado para quitar todo posible exceso de naturalismo. La intención era construir una historia inmersa en una irrealidad desconcertante.
Después de Los que caen, las obras radiofónicas de Beckett se vuelven, según Alvarez, "piezas tan abstractas como composiciones musicales". Ya no hay más personajes en el sentido usual, "sólo voces y sonidos surgiendo del aire, insidiosos, sin cuerpo". El protagonista de Embers, escrita y transmitida en 1959, es Henry, un hombre que no tolera la presencia del mar, que lo interpela con su sonido ondulante. Para defenderse de esta realidad, Henry decide contarse historias (cualquier parecido con la historia del autor es mera casualidad). La única realidad externa a él es ese mar intolerable y a la vez ineludible, tal vez reflejo del que existe en su interior. Embers es también un drama acerca de las dificultades del trabajo del escritor. El costo humano de la creación artística es desproporcionado, parece afirmar Beckett; "la escritura supone una manera de evadir la realidad, de renunciar a ella; un intento de remplazar las cosas con palabras", explica Alvarez en su libro.
En Cascando y en Words as Music, ambas de la década de 1960, Beckett vuelve a abordar el tema del trabajo artístico. En Words as Music hay tres "personajes": el poeta Croak y sus dos sirvientes, Words y Music. La obra da cuenta de la escisión entre la música que el poeta oye en su cabeza y las palabras que utiliza. Se trata, en definitiva, de los abismos y las imposibilidades de la creación. La mayor parte de la crítica habla de la "frustración" y el "fracaso" puestos en escena por Beckett. En cierta medida esto es verdad, aunque tal vez habría que entender el fracaso no tanto como resultado sino como punto de partida. En Worstward Ho (1983), el irlandés escribe: "Inténtalo de nuevo. Fracasa de nuevo. Fracasa mejor". En otras palabras, el fracaso no es motivo de parálisis, sino motor para una nueva búsqueda, un nuevo intento más allá de sus posibilidades.
Los temas que Beckett aborda en sus creaciones para radio son los mismos que aparecen una y otra vez en el resto de su obra. A lo largo de su carrera como escritor no amplía demasiado el rango de cuestiones que le interesan. Lo que varía es el cómo: un abordaje que, para Alvarez, es "cada vez más refinado, cada vez más profundo". La evolución también se da en el trabajo sobre el estilo: nada le disgusta más a Beckett que los excesos en la expresión. La crítica habla de un "principio de contracción", según el cual cada trabajo aparece cada vez más despojado de elementos inesenciales, arraigado cada vez más hondo en las profundidades espirituales del escritor.

Luz, cámara... ssshhh
Un ojo enorme que se abre anuncia el comienzo de la película. Representación del espectador que mira, pero también síntesis del tema del cortometraje: la percepción del otro, las asimetrías entre ser y ser percibido. Los personajes son O (Object) y E (Eye). O vive en perpetua huida; prácticamente lo único que hace en los 22 minutos de película es correr. E lo persigue, lo asedia. O termina encerrándose en una habitación, rompiendo todo contacto con el mundo exterior, con los otros. Pero incluso allí el espejo le molesta; necesita desesperadamente escapar de cualquier mirada, incluso la suya propia.
El protagonista es nada más y nada menos que un Buster Keaton ya grande, en decadencia (producto de sus excesos con el alcohol y la ruina económica). Se vuelve difícil reconocerlo, porque ya no es el Keaton de los grandes clásicos hollywoodenses, y porque casi todo el tiempo aparece de espaldas, cubierto por un sombrero o tomado a distancia. La película, rodada en 35 mm, es de 1964 y supuso el primer y único contacto de Beckett con el cine. También fue la primera vez que el escritor volaba a la Gran Manzana, donde se llevó a cabo el rodaje. No tomó más de dos semanas: las locaciones eran muy escasas, y el personaje no demandaba demasiada preparación por parte del actor. En realidad, la única línea de diálogo era un "¡Sshhh!", que reclamaba silencio en medio de un corto absolutamente mudo.
La secuencia comienza con una frase del filósofo George Berkeley: "Ser es ser percibido". La cuestión es que para O es imposible no ser percibido, porque es imposible huir de sí mismo.
Años después, Beckett confesó que ni siquiera él mismo terminaba de entender qué quería decir con Film. Mucho más perdido todavía debía estar el pobre Keaton, quien algunos años antes había rechazado un papel en Esperando a Godot en un teatro neoyorkino por considerarla una obra ininteligible.
Aunque esta incursión parece aislada de su producción literaria, la relación de Beckett con el cine no era nueva. En realidad, ya desde su juventud Beckett quería hacer cine. Entre sus grandes ídolos estaban Chaplin y el mismísimo Keaton. Incluso llegó a escribir a Pudovkin y Eisenstein para viajar a la Unión Soviética y estudiar con ellos. Debían estar muy ocupados: ninguno de los dos le contestó. Quedará la intriga de qué habría pasado si el joven Samuel se hubiera abocado al celuloide. La historia oficial dice que el influjo de Joyce fue más fuerte, y finalmente la literatura se impuso sobre el cine. Film (además de otras siete producciones televisivas de la década de 1960) constituye una suerte de revancha, un asomarse a ese mundo que lo había tentado varios años antes.
Aunque el cine le fascinaba, Beckett nunca aceptó que sus piezas teatrales fueran llevadas a la pantalla grande. También se opuso a escenificar sus obras narrativas, radiofónicas y televisivas. Para la doctora Laura Cerrato, esto se debe a que "antes que McLuhan, Beckett creía que el medio es el mensaje. Pensaba, por lo tanto, que la transferencia de un medio a otro desvirtuaba la obra".
Además, el escritor tenía sus propias ideas sobre el séptimo arte. Para él, el cine tenía que liberarse de las cadenas de la narrativa, para poder expresar conceptos abstractos. La búsqueda del silencio, que atraviesa su obra literaria y también sus producciones radiofónicas, reaparece en el cine beckettiano. Las palabras sobran; el único sonido humano que se pronuncia agota la posibilidad de respuesta o repetición. El cine tiene su lenguaje propio, es un medio de expresión que permite el despliegue de la "unword", la des-palabra.

http://www.myriades1.com/vernotas.php?id=487〈=es

No hay comentarios: