miércoles, 14 de noviembre de 2007

Tres artículos sobre teatro del absurdo

TEATRO DEL ABSURDO



El Teatro del Absurdo se refiere a la tendencia en la literatura dramática que emerge en el París de los años cuarenta y Principios de los cincuenta, en especial en las obras de Arthur Adamov, Fernando Arrabal, Samuel Beckett, Jean Genet, Eugene Ionesco y Jean Tardieu.

Una de las fuentes teóricas más potentes del Teatro del Absurdo fue el Teatro y su doble, obra de Antonin Artaud, originalmente publicada en 1938.

El término teatro de lo absurdo o teatro absurdo proviene del uso filosófico de la palabra “absurdo” por pensadores existencialistas como Albert Camus y Jean-Paul Sastre. Especialmente Camus afirmaba que la humanidad tenía que resignarse a reconocer que una explicación completamente racional del universo estaba más allá de su alcance; en ese sentido, el mundo debe ser visto como absurdo.

El dramaturgo del absurdo desmantelará el viejo universo cartesiano y su manifestación escénica. En el teatro del absurdo los personajes unas veces aparecen dotados de familia y trabajo… e ir perdiendo las características del ser humano; en otros casos los personajes se expresan como extrañas criaturas.

Existe una lista elaborada por Esslin en la que se reflejan las viejas tradiciones teatrales utilizadas por los dramaturgos del absurdo, para expresar los problemas y las inquietudes del mundo contemporáneo. Esta lista comprende el teatro “puro”, los espectáculos dadaístas y surrealistas de los años veinte, las experiencias llevadas a cabo por Artaud con su “teatro de la crueldad” Y la innegable influencia ejercida en el teatro del absurdo por el teatro continental. Con todo esto, el legado literario y experiencias concretas, el teatro del absurdo crea su propio lenguaje como una voluntaria y violenta reacción ante el “convencional” lenguaje del teatro tradicional.

Una constante de este teatro es la pugna de sus personajes por expresarse y la imposibilidad de lograrlo; y lo que ocurre en el escenario desborda y a menudo contradice las palabras pronunciadas por los actores.

En el teatro del absurdo, la situación inicial en la que se hallan colocados los personajes basta para revelar sus sentimientos y está basada en la representación visual. Sólo precisa de los objetos, los accesorios y el decorado. La escena de este teatro representa casi siempre un mundo vacío de sentido, poblado de objetos pesados y molestos que terminan por dominar a los personajes; y el lenguaje distancia al espectador y rompe la unidad orgánica de la sala y la escena, fundamentada en la existencia de un mundo de valores comunes. Pero esta función no puede ser más que pasajera, y el “grado cero” al que aspira constituye su horizonte y su limitación, dado que no cuenta con la colaboración del público, elemento imprescindible para el desarrollo pleno de un programa teatral.

Los autores comenzaron a aglutinarse bajo la etiqueta de lo absurdo como una forma de acuerdo frente a la ansiedad, lo salvaje y la duda ante un universo inexplicable y recayeron en la metáfora poética como un medio de proyectar sus más íntimos estados. Es por ello que las imágenes del teatro absurdo tienden a asumir la calidad de la fantasía, el sueño y la pesadilla, sin interesarle tanto la aparición de la realidad objetiva como la percepción emocional de la realidad interior del autor



Cómo ya hemos dicho anteriormente, el máximo representante del teatro del absurdo es Eugene Ionesco, por eso vamos a relatar un pequeño informe sobre el contenido y esquema de sus obras.

Sus obras teatrales describen la ridícula y fútil existencia humana en un universo totalmente impredecible, en el cual las personas son incapaces de comunicarse unas con otras. Su pesimismo forma parte de la base del teatro del absurdo, un movimiento teatral que se lamenta de la falta de sentido de la condición humana. A pesar de las serias intenciones de Ionesco, sus obras rezuman humor y son ricas en situaciones cómicas. Movimiento de vanguardia, especialmente al introducir las obras de un solo acto, los autores del teatro del absurdo utilizan técnicas tales como el ambiente sofocante, el lenguaje sin sentido y las situaciones ilógicas para enfatizar extrañeza y el aislamiento humanos. “La cantante calva” es una sátira que exagera algunos aspectos de la vida cotidiana con el fin de demostrar la falta de sentido del personaje. Éstos forman un gran galimatías al hablar y se muestran incapaces de comunicarse unos con otros. Ionesco utiliza esta misma técnica recitativa en “La lección”, en la cual, un profesor lunático asesina a sus alumnos. En esta obra toca el tema del miedo a la muerte, que formará parte inseparable de sus últimos trabajos. En “Las sillas” dos ancianos hablan con dos personajes inexistentes.”Amadeo o cómo salir del paso”trata e una pareja dentro de la cual los sentimientos que una vez tuvieron el uno hacia la otra, muertos ya, van produciendo un cadáver que crece amenazadoramente hasta que consigue rodearlos a ambos. “El nuevo inquilino” se centra en un personaje confinado en el espacio de un sillón. En “El rinoceronte”, la obra quizá más conocida de Ionesco, los habitantes de una pequeña ciudad se transforman en rinocerontes. El personaje principal, prototipo del hombre normal al comienzo de la obra, va siendo apartado de la vida de la pequeña sociedad de su ciudad a medida que lucha contra el conformismo de sus habitantes. “La sed y el hambre” retrata a un hombre que, hastiado por un estable matrimonio, busca satisfacción por doquier, aunque sin éxito alguno. Entre las demás obras de Ionesco hay que citar “El rey se muere” y “Macbeth”. Ionesco fue nombrado miembro de la Academia Francesa en 1970.Escribió asimismo textos acerca del teatro, memorias, y la novela “EL solitario”.

Cómo ya hemos dicho anteriormente Ionesco fue uno de los máximos representantes del teatro del absurdo, pero también lo fue y mucho, Samuel Beckett. Éste entró centró su atención en la indisociable de la condición humana, que en última instancia redujo al yo solitario o a la nada. Asimismo experimentó con el lenguaje hasta dejar tan sólo su esqueleto, lo que originó una prosa austera y disciplinada, sazonada de un humor corrosivo y alegrada con el uso de la jerga y la chanza. Su influencia e dramaturgos posteriores, sobretodo en aquellos que siguieron sus pasos en la tradición del absurdo, fue tan notable como el impacto de su prosa.

Aparte de los dramaturgos citados en un principio hay algunos escritores no franceses que han mostrado la influencia del teatro del absurdo como Harold Pinter y Tom Stoppard en Inglaterra; Gunter Grass y Meter Weiss en Alemania; Edward Albee, Israel Horovitz y Sam Shepard en EE.UU y el autor checo-vuelto-hombre-de-estado: Vaclac Havel.

Fuente: http://mural.uv.es/lonasanz/absurdo.html

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Teatro del absurdo

Gonzalo Cuéllar*

El Teatro del absurdo, es un término genérico que fue empleado por el crítico Martín Esslin en 1962, para clasificar a ciertos dramaturgos principalmente franceses, que escribieron en la década de 1950 como una reacción contra los conceptos tradicionales del teatro occidental.

Término que se acuña como alternativa al de anti-teatro, ha pasado ya a designar sobre todo el teatro de Eugene Ionesco, Samuel Beckett, Fernando Arrabal, las primeras obras de Arthur Adamov y Jean Genet. Muchas de las preocupaciones de estos creadores, encuentran su motivación en una de las fuentes teóricas más potentes “El Teatro y su Doble” (1968), de Antonín Artaud y de alguna manera en la noción Brechtiana (efecto de distanciamiento), mientras que la comicidad bufonesca de este teatro tiene sus raíces en las películas de Charles Chaplin, los hermanos Marx y Buster Keaton. Y si vamos más allá sus raíces pueden encontrarse en las obras de “moralidad alegórica” de la edad media, en los autosacramentales de la España Barroca, en la literatura del no sentido de autores como Lewis Carrol, en las obras de ensueño de Strindberg, en las obras de James Joyce y Frank Kafka en el drama grotesco de Alfred Jarry, obras que tuvieron como continuadores directos al movimiento Dadaísta y el surrealismo de los años 20 y 30.

EXPONENTES

Eugene Ionesco, máximo exponente del teatro del absurdo nacido en Rumania, el 26 de noviembre de 1912, pasó su infancia en París, a los 13 años retornó a su país natal, en 1938 regresó a París para escribir. En ocasión del primer festival de Bellas Artes de Nueva York. Ionesco dio una conferencia titulada “¿Quién necesita del teatro ahora?”, en dicha conferencia afirmo, “el teatro no existe en este momento es malo en todas partes, entre 1950-1960 era bueno se exponían los problemas más importantes de todos: el de la condición existencial del hombre, su desesperación, la tragedia del destino, lo absurdo de su destino”, afirmaba “el realismo no existe, todo es inventado, la realidad no es realista”, y muchas veces ironizaba “¿qué es real después de todo?”.

“Pregúntenle a los más importantes científicos de la física y las matemáticas no podrán dar una definición de lo que es real. La única realidad es esa que llega desde dentro. La inconsciencia, lo irracional, nuestros pensamientos, imágenes, nuestros símbolos son más verdaderos que el realismo, son las profundas verdades del alma”.

Ionesco fue agudo y crítico con los realistas americanos y los naturalistas, solía decir “El realismo es solamente una ilusión”.

En la misma conferencia le preguntaron ¿para qué necesita el teatro?

“Para nada, el teatro es inútil, pero su inutilidad es indispensable, ¿para qué la gente necesita el fútbol? ¿Cuál es el propósito de que exista?

“El teatro tendrá un renacimiento porque es pura necesidad del hombre, en apariencia el teatro puede ser innecesario pero la inutilidad y lo superfluo son cosas necesarias”.

Su obra. Han pasado más de cuatro décadas desde que Ionesco destrozó el lenguaje en “La cantante calva” (1948), es una sátira que exagera aspectos de la vida cotidiana, con una cantante que ni era calva ni cantaba ni aparecía en ningún rincón del escenario y sus personajes se muestran incapaces de comunicarse unos con otros, “La lección” (1950) un profesor lunático asesina a sus alumnos, el tema central el miedo a la muerte.

“Las sillas” (1952) dos ancianos hablan con personajes inexistentes. “El rinoceronte” (1959) su obra más conocida, los habitantes de una pequeña ciudad se convierten en rinocerontes, el personaje principal va siendo apartado a medida que lucha contra el conformismo.

Ionesco escribió un teatro que no pretendía gustar, él mismo confesaba que no temía disgustar ni ir directamente contra el público, en parte esa era su insolencia y su forma aplastante de escribir, estremeció el teatro occidental.

Jean Genet, nace en París en 1910, muere en 1986, novelista y dramaturgo francés cuya obra revela su enfrentamiento a las convenciones sociales y una profunda simpatía por los marginados de la sociedad.

Nació en la institución parisiense Maternidad de la Beneficencia Pública, que le confió a unos campesinos de la región francesa de Morvan.

Acusado de robo en su infancia fue enviado a un reformatorio del que se evadió. Comenzó entonces una vida marginal, de vagabundeo por Europa, fue encarcelado en varias ocasiones acusado de robo y prostitución. También estuvo alistado en la Legión Extranjera.

En 1948 estuvo a punto de ser condenado a cadena perpetua en la Guyana francesa. Fue perdonado gracias a la intervención de intelectuales franceses, entre ellos J.P. Sartre y J. Cocteau que dijo de él “será un día uno de los más grandes escritores de la lengua francesa”. A partir de entonces comenzó a ser conocido como escritor, incluso fuera de Francia.

Su obra: Empezó a escribir en una cárcel francesa. Su primer poema, “Le condammé a mort”, dedicado a un amigo suyo ejecutado en 1939, fue publicado en 1942. Su obra “Les paravents”, publicada en 1961 y estrenada en 1986, fue motivo de escándalo por la crítica que se oponía a la acción del Ejército francés en la Guerra de Argelia. Otras de sus obras son: “Les bonnes”, 1947, “Haute surveillance”, 1949, “La balcon”, 1956 y “Les négres”, 1959. Su película “Un chant d’amour”, filmada en Francia en 1950, sólo se mostró catorce años después en Nueva York, y en 1984 en Madrid.

En 1947 se le concedió el primer Pleiade y en 1983 fue premio nacional de las letras francesas. En 1985, la obra “Le balcon” fue llevada al teatro de la mano de Georges Lavandant, representación con la que Genet entra en el mundo de la comedia.

Fernando Arrabal: Dramaturgo nacido en Melilla. (1932) realizó sus estudios universitarios en Madrid. A pesar de ser una de las personalidades más controvertidas de su tiempo ha recibido el pleno aplauso internacional por su obra narrativa, poética, cinematográfica y dramática, un centenar de obras de teatro publicadas en diecinueve volúmenes: “La noche también es un sol”, “Jóvenes bárbaros de hoy”, “Las delicias de la carne”, entre otras. Fernando Arrabal sufrió a los poco años por la misteriosa desaparición de su padre condenado a muerte y después fugado. A causa de este trauma el conocimiento que aporta Arrabal, está teñido de una luz moral que está en materia misma de su arte.

Su obra: escribió su famosa “Carta al General Franco” en vida del dictador. Su teatro completo, en dos volúmenes de más de dos mil páginas acaba de aparecer, en la Colección Clásicos Castellanos de Espasa.



*Actor y director del grupo Teatro de Títeres Guachipilín.



El lenguaje absurdo

La Literatura del Absurdo da muestra de la filosofía llamada también del Absurdo de la cual Beckett es uno de los máximos representantes. Aunque más bien a Beckett se le relaciona con el Teatro del Absurdo donde la tragedia y la comedia chocan en una ilustración triste de la condición humana y la absurdidad de la existencia. El dramaturgo del absurdo viene a ser un investigador para el cual el orden, la libertad, la justicia, la “psicología” y el lenguaje no son más que una serie de sucesivas aproximaciones a una realidad ambigua y decepcionante. manifestación escénica.

Los personajes de este teatro se nos aparecerán como extrañas criaturas, a medio camino entre el insecto y el fantasma. Esslin ha propuesto una lista de las viejas tradiciones teatrales utilizadas por los dramaturgos del absurdo para expresar, mediante una inteligente combinación de las mismas, los problemas y las inquietudes del mundo contemporáneo. Esta lista comprende el teatro “puro”, es decir, los efectos escénicos, propios de espectáculos circenses y de ciertas revistas, como los conseguidos por acróbatas, mimos y bufones, de la Commedia dell’Arte a los hermanos Marx. A ello habrá que añadir los espectáculos dadaístas y surrealistas de los años veinte; las experiencias llevadas a cabo por Artaud con su “théâtre de la cruauté” (teatro de la crueldad) y la innegable influencia ejercida en el teatro del absurdo por el teatro oriental, concretamente el de Bali. El teatro del absurdo crea su lenguaje escénico propio como una voluntaria y violenta reacción ante el “convencional” lenguaje del teatro tradicional. Una constante del teatro del absurdo es la pugna de sus personajes por expresarse y la imposibilidad de lograrlo. En el teatro del absurdo el escenario desborda y a menudo contradice las palabras pronunciadas por los actores. Sólo precisa de los objetos, los accesorios y el decorado, que adquieren una extraordinaria importancia. La escena del teatro del absurdo representa casi siempre un mundo vacío de sentido, poblado de objetos pesados y molestos que terminan por dominar a los personajes. .

Fuente: http://www-ni.laprensa.com.ni/archivo/2004/enero/17/literaria/kiobionice/

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TEATRO DEL ABSURDO

La Literatura del Absurdo da muestra de la filosofía llamada también del Absurdo de la cual Beckett es uno de los máximos representantes. Aunque más bien a Beckett se le relaciona con el Teatro del Absurdo donde la tragedia y la comedia chocan en una ilustración triste de la condición humana y la absurdidad de la existencia. El dramaturgo del absurdo viene a ser un investigador para el cual el orden, la libertad, la justicia, la "psicología" y el lenguaje no son más que una serie de sucesivas aproximaciones a una realidad ambigua y decepcionante. El dramaturgo del absurdo desmantelará el viejo universo cartesiano y su manifestación escénica.

Unas veces sus personajes nacerán dotados de un estado civil, una familia y una profesión, y terminarán por ir perdiendo, de una manera progresiva, todas las características del ser humano. Otras, las menos, los personajes de este teatro se nos aparecerán como extrañas criaturas, a medio camino entre el insecto y el fantasma. Esslin ha propuesto una lista de las viejas tradiciones teatrales utilizadas por los dramaturgos del absurdo para expresar, mediante una inteligente combinación de las mismas, los problemas y las inquietudes del mundo contemporáneo. Esta lista comprende el teatro "puro", es decir los efectos escénicos, propios de espectáculos circenses y de ciertas revistas, como los conseguidos por acróbatas, mimos y bufones, de la Commedia dell’Arte a los hermanos Marx. A ello habrá que añadir los espectáculos dadaístas y surrealistas de los años veinte; las experiencias llevadas a cabo por Artaud con su "théâtre de la cruauté" (teatro de la crueldad) y la innegable influencia ejercida en el teatro del absurdo por el teatro oriental, concretamente el de Bali. Barajando ingeniosamente estas tradiciones, el legado literario y experiencias concretas, el teatro del absurdo crea su lenguaje escénico propio como una voluntaria y violenta reacción ante el "convencional" lenguaje del teatro tradicional. Los personajes no se manifiestan transparente y socialmente; sus expresiones crean un ámbito fascinante y "poético". Su poesía se acerca más al grito y hace retroceder la palabra a un estadio prelingüístico de la expresión. En el teatro del Ionesco el lenguaje se desintegra voluntariamente. En las obras de Beckett posee una enorme densidad teatral y descubre rápidamente un cierto aspecto de la condición humana en el que el espectador queda forzado a reconocerse. Una constante del teatro del absurdo es la pugna de sus personajes por expresarse y la imposibilidad de lograrlo. En el teatro del absurdo lo que ocurre en el escenario desborda y a menudo contradice las palabras pronunciadas por los actores. La situación inicial en que se hallan colocados los personajes de este teatro basta para revelar sus sentimientos y está basada en la representación visual. Sólo precisa de los objetos, los accesorios y el decorado, que adquieren una extraordinaria importancia. La escena del teatro del absurdo representa casi siempre un mundo vacío de sentido, poblado de objetos pesados y molestos que terminan por dominar a los personajes. No es tarea fácil llevar a cabo un censo actual de los dramaturgos del absurdo. Los críticos –Esslin, Pronko, Kesting, Wellwarth- que lo han intentado adoptan unos criterios de selección distintos y caprichosos, incluyendo en sus listas a dramaturgos que en la actualidad han abandonado ya aquel lenguaje escénico como Adomov, Albee o Mihura.

Por otra parte, son poquísimos los autores que reivindican para su teatro el calificativo de "absurdo". En realidad los únicos dramaturgos que podemos considerar representantes auténticos del teatro del absurdo son aquellos cuyas obras motivaron la denominación. Y a estos escasos nombres pueden añadirse unos cuantos más que copian al pie de la letra las estructuras dramáticas de los vanguardistas franceses de los años cincuenta. El teatro del absurdo conoce su apogeo entre 1956 y 1960; con posterioridad a esta fecha, empieza a ser tolerado por la burguesía. Se ha producido un típico fenómeno de complementariedad: el comediógrafo del absurdo ha pasado a desempeñar el papel de brujo en las sociedades primitivas: fija la irregularidad para así poder purificar la masa social. La crítica ideológica, que ha acusado al teatro del absurdo de no ser tan radical como pretendía, desconoce su valor real: constituir un conjunto más o menos coherente de técnicas escénicas que, combinadas, le permiten reflejar la realidad de nuestra época con una mayor riqueza y fidelidad. En este sentido, el teatro del absurdo encuentra sus últimas y más logradas expresiones al incorporar su peculiar lenguaje escénico a espectáculos como US (1967), de Peter Brook, los montajes del Living Theatre (teatro vivo), o las libérrimas adaptaciones de los autores románticos polacos de Jerzy Grotowsky. Creando el vacío sobre la escena tradicional o poniendo de manifiesto su ridícula saturación, el lenguaje del teatro del absurdo distancia al espectador y rompe la unidad orgánica de la sala y la escena, fundamentada en la existencia de un mundo de valores comunes. Así, el espectáculo teatral establece su materialidad de cosa vista. Pero esta función no puede ser más que pasajera, y el "grado cero" al que aspira constituye su horizonte y su limitación, dado que no cuenta con la colaboración del público, elemento imprescindible para el desarrollo pleno de un programa teatral.

Tanto en sus novelas como en sus obras, Beckett centró su atención en la angustia indisociable de la condición humana, que en última instancia, redujo al yo solitario o a la nada. Asimismo experimentó con el lenguaje hasta dejar sólo su esqueleto, lo que oroginó una prosa austera y disciplinada, sazonada de un humor corrosivo y alegrada con el uso de la jerga y la chanza. Su influencia en dramaturgos posteriores, sobre todo en aquellos que siguieron sus pasos en la tradición del absurdo, fue tan notable como el impacto de su prosa.

Fuente: http://mural.uv.es/sagrau/biografia/teatro.html

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